Extrañar el país donde pasaste tu infancia, adolescencia y parte de la edad adulta es algo que siempre arrastraremos los emigrantes. Pasa al mes, al año, a los 7 años (edad de Leo cuando grabó esas ocho palabras que anuncian la conclusión del tema). Pasa siempre.
Más allá de la estructura, del ritmo (que tiene base π, para los curiosos) y de la instrumentación (no falta mi librería de percusión venezolana en la base), quise plasmar ese anhelo al que volvemos sin darnos cuenta. Quizás son aromas, sabores, seres queridos o simplemente el recuerdo de algo que evita que lo alcances.
Entre almendros, bajo la ducha, tras la barra de un bar o tocando algún instrumento me encuentro, sin previo aviso, soñando otra vez.
Estoy soñando otra vez
con sebucanes,
con tulipanes,
silbidos y pianos,
dando vueltas
sin reclamos (dando vueltas).
Logro verme como soy
entre texturas, entre colores,
que no son voces ni razón.
Estoy soñando otra vez
con chaguaramos
con cafetales
…yo te lo digo
uno, dos, tres, ya
en libertad
Estoy soñando otra vez.
